martes, 24 de febrero de 2009

¿PODEMOS HABLAR DE UNA POLIORCÉTICA MESOAMERICANA?


Dando continuidad al Programa sobre el Militarismo en Mesoamérica y que ahora me gustaría mejor cambiar por el detrataremos un tema muy poco tocado por los investigadores de esta área cultural y sobre todo nuevamente el grave problema de la metodología y teoría de análisis obre la arqueología militar se hace patente en los estudios, en este caso nos referimos al tema de la Poliorcética y Fortificaciones mesoamericanas de las cuales sabemos existen muchas desperdigadas por todo el territorio mexicano. La intención del presente trabajo es dar un pequeño vistazo a un problema medular y poco estudiado: ¿Cuál era el nivel de desarrollo técnico del concepto de la poliorcética en Mesoamérica? Nos preguntamos si en Mesoamérica debemos hablar de guerras de asedio o no, ¿Cuáles eran las tácticas tanto de defensa como de ataque? y ¿Cómo poder vislumbrar estos elementos en la evidencia arqueológica mexicana? Para ello daremos un breve vistazo a los avances en esta subespecielidad de la arqueología militar europea con efecto de trasladar estos elementos teóricos y metodológicos a la información que tenemos en México y presentar algunas propuesta preliminares de algo que se esta aun gestando en territorio mexicano.


Poliorcética: las fortificaciones.

Por lo menos hablar de fortificaciones en casi cualquier parte del mundo antiguo, incluyendo México es referirnos a varios fundamentos teóricos fundamentales que están concatenados unos con otros. Bajo la óptica del mundo mediterráneo existen los siguientes aspectos que permiten desarrollar el buen entendimiento del análisis táctico de una ciudad fortificada: así tenemos el oppidum, la poliorcética, proteichisma, y el epikampion.

El oppidum es definido como un poblado fortificado en altura, la poliorcética es la ciencia que reúne los conceptos tácticos y estratégicos destinados a la defensa y ataque de las ciudades enemigas, la proteichisma es el conjunto de obras defensivas, entendiéndose como palizadas, muros, fosos, etc. Y el epikampion son aquellas obras de trazado alrededor de una ciudad que dificultan la utilización de la ingeniería de asedio (Gracia, 1997:165,170). Desde esta serie de elementos propios sobre todo de las sociedades estatales del mediterráneo antiguo y en algunos casos de las sociedades preestatales como los pueblos ibéricos y celtibéricos debemos preguntarnos hasta donde estos conceptos y sus diversos componentes deber ser aplicados o no en el México Antiguo. Más aun si sabemos que en nuestro territorio no existió propiamente una ingeniería de asedio como en el caso romano o griego, no por ello debemos descartar estas posibilidades, mas aun si han sido aplicados en sociedades que tampoco tuvieron ingeniería de asedio y no por ello no pueda desarrollarse un análisis táctico del asunto. Como veremos más adelante algunos de estos preceptos sirven perfectamente de modelo para ser aplicado e nuestro territorio. Antes debemos saber lo que se ha hecho en materia de “poliorcética” y fortificaciones en México.

ANTECEDENTES

Uno de los primeros trabajos sobre fortificaciones mexicanas del México antiguo fue desarrollada por Ángel Palerm en su ya famoso “Notas sobre las construcciones militares y la guerra en Mesoamérica (Palerm, 1956). En este pequeño trabajo desarrolla un descripción de los sitios fortificados con una estructuración de tipo defensivo, establecidos en lo alto de los cerros y montañas hablando de algunos casos en el Preclásico como Monte Negro y Monte Albán en Oaxaca y sobre todo del Posclásico basado en fuentes escritas. Divide su trabajo en sitios fortificados, poblados abiertos ubicados en terrenos llanos y lugares de difícil defensa (Palerm, 1956: 127). Un postulado interesante a sus teorías radica en considerar a los templos como parte de esta arquitectura defensiva mesoamericana, por lo menos para el área del centro de México (Ibidem, 133). Algunos otros autores sobre todo David Webster han analizado de muy diversas formas las fortificaciones en este caso, del área maya (Webster, 1972, 1976, 1979).
Beatriz Reppeto también analiza en un breve capítulo el asunto de las fortificaciones sobre todo de sitios del las Tierras Bajas mayas, (Reppeto, 1993:40-60). Algunos otros ejemplos los encontramos en autores mas recientes como Ambrosio 2001, García Cook, 1991, Vargas Pacheco, 1991. De esta manera no podemos negar que si se han producido diversos trabajos en trono a las fortificaciones pero no se ha destacado el asunto de las tácticas defensivas a partir de diversos elementos teóricos, por ello presentamos un breve análisis al respecto para poder abordar con mas detenimiento en otro trabajo el asunto de la poliorcética y los ejércitos en el México antiguo.


FUENTES DE INVESTIGACIÓN.

Las fuentes de investigación básicas para el estudio de la poliorcética mesoamericana son por un lado las propias ciudades fortificadas o establecidas bajo el concepto del oppidum en las alturas de los cerros en las cuales se puede establecer las posibles tácticas de defensa en función del análisis de sus fortificaciones o elementos defensivos.
Sin duda contamos con diversos sitios desde el Preclásico colocados estratégicamente en la parte superior de los Cerros como el ya mencionado caso de Monte Albán y Monte Negro, pasando por algunos interesantes ejemplos en la zona maya como Becán y algunos otros mas para el Posclásico sobre todo en la en el área de la zonas altas mayas como Tulum, Mayapán, Cucá, entre otras.
A diferencia de otras civilizaciones como la griega y sobre todo los asirios, no contamos con mucha información iconográfica o de representación de asedio de ciudades. Contamos con algunos casos en las maquetas de figurillas en el Occidente de México, o en pinturas murales de la zona maya como en el Templo de los Guerreros de Chichen Itzá. Avanzada la historia prehispánica contamos con documentos pictográficos donde se recrea de forma interesante parte de la defensa de algunos poblados como en la Historia Tolteca Chichimeca.
Por el otro tenemos las fuentes escritas del siglo XVI para los pueblos del Posclásico y en un caso muy interesante y concreto con el asedio de Tenochtitlan donde se puede reconocer las estrategias tácticas de ambos ejércitos para defender y asediar la ciudad.

¿CÓMO ANALIZAR LOS ELEMENTOS TÁCTICOS DE DEFENSA DE UNA CIUDAD DEL MÉXICO ANTIGUO?

La base radica en la estructuración de los ejércitos que pretenden asediar la ciudad, su despliegue táctico para tales efectos y la geografía son algunos de los elementos que debe considerar en este caso el defensor para poder estructurar todo el conglomerado de amurallamiento y elementos complementarios. Nuevamente como se ha desarrollado en otras latitudes como el caso de la Península Ibérica, se deben estudiar las fortificaciones no solamente bajo la descripción simple de los muros que rodean una ciudad sino sus características en cuestión de diseño, materia prima y funciones de los elementos que componen el amurallamiento. Esto también implica el número de guerreros que deberá, bajo ciertas tácticas, tratar de someter y expugnar a la ciudad en cuestión. Generalmente se desarrolla un diseño de torres, y poternas que impidan un desplazamiento correcto y sencillo de las tropas que asedian la ciudad para poder llegar a las puertas principales. A ello le agregamos una serie de elementos de epikampion y proteichisma que también dificulte lo más posible la movilización y acercamiento del ejército atacante a la ciudad. El concepto básico de la poliorcética en la antigüedad es mantener al oponente lejos de los muros y las entradas en base a las obras de avanzada y elementos de epikampion así como el fuego de armas de largo alcance.

Para Francisco Gracia los elementos que se deben tomar en cuenta para el asedio de las ciudades son: la ventaja de saber por donde atacará el ejército enemigo y el concepto de la sorpresa (Gracia, 2000: 137). El defensor deberá hacer la mayor cantidad de bajas al atacante para que se de este proceso de desmoralización de las tropas ya que en el momento en que no es sometida una ciudad después de un numero considerable de bajas desmoraliza al enemigo y no es tan fácil que reagrupe un nuevo escuadrón para continuar. Una regla que establece Gracia es que un asedio se da cuando el ejército de campaña ha sido derrotado y se establezca hasta donde es posible en sus fortificaciones como el caso de la batalla de Coyoacán con los mexicas en donde Tlacaelel e Izcóatl derrotan el ejército de Coyoacán y estos tratan de guarecerse en su cuidad pero son adelantados por las filas mexicas antes de que lleguen a su templo para defenderse, Inmediatamente queman los templos donde podrían llegar a protegerse evitando de esta manera el asedio, así los guerreros de Coyoacan no les que da de otra mas que irse a los campos de cultivo donde se rinden sin mas resistencia. (Lámina 1 y 2).

EL FUEGO DE COBERTURA Y BARRERA
Sabemos de antemano que en el México antiguo no existieron la ingeniería de asedio y de defensa de las ciudades como en el caso griego o romano con las máquinas lanzadoras o arientes. En el caso mesoamericano se cuentan sobre todo con armas de largo alance como jabalinas, átlatl, arco y flecha, hondas sobre todo.
El concepto de asedio desde esta perspectiva indicaría que un grupo de fuego de cobertura permitiría que un segundo sorteara los elementos de la epikampion como pueden ser fosos como en el caso de Becan para poder llegar a las murallas y/o puertas principales. En algunos relieves asirios es posible observar como varios arqueros protegen el asedio desde lejos mientras otros guerreros suben por torres y escaleras a las murallas de los pueblos sometidos. No tenemos evidencia parecida en el mundo mesoamericano salvo de ciudades que parecen no estar guarecidas por murallas y ya están siendo sometidas como en los murales del Templo de los Guerreros en Chichén Itzá de igual manera el fuego de barrea, es decir el que procuran los defensores de la ciudad se daría de la misma manera arrojando todo tipo de proyectiles a los enemigos que atacan la ciudad, como se observa en la lámina de la Historia Tolteca Chichimeca (Láminas 3 y 4). Hipotéticamente cuando un ciudad se encuentra en situación de ser asediada no le es conveniente desarrollar una avanzada del ejército a las afueras de la misma con efecto de suprimir el ataque enemigo pues ello representa que tiene la capacidad de presentar batalla en campo abierto, por ello es necesario establecer los puntos de defensa en las torres con los pocos efectivos que puedan estar disponibles para el fuego de barrera.


LA ESTRUCTURACIÓN DE LAS MURALLAS.

Sin duda alguna los elementos que deben considerarse para la estructuración de una muralla si se desea establecer como una defensa considero que deben ser, el tamaño de la misma, la materia prima de elaboración, la topografía de lugar y el diseño estratégico de defensa. Recordemos algunos ejemplos del área maya que es donde tenemos más información al respecto. Citemos el caso de Mazapán con un muro primario al cual se le añadió un segundo de menor dimensión en el interior que forma un pequeño parapeto en cerca de 4.2 km cuadrados de recinto amurallado (Repetto, 1993:48). En algunos casos como en Tulum y la misma Mazapán reconocemos un pequeño espacio interior donde se encuentran los edificios principales que cuentan con una pequeña muralla anexa. Algunas de estas ciudades conociendo la situación del terreno y sobre todo aprovechando los acantilados marinos de su alrededor colocan sus ciudades de esta manera para que el mar sirva como barrera natural y además permita ahorrar una cantidad considerable de materia prima y trabajo en recubrí esa zona de muralla. La mayoría de estas murallas oscila entre los 2 y 5 metros de altura.

En otros casos como Becán uno de los sitios que presentan las mejores características de análisis para conocer las estrategias tácticas, en este caso de los mayas del clásico. David Webster quien ha estudiado esta fortificación comenta que esta bordeada al sur, oeste y noroeste por pantanos que permiten establecerlos como una especia de epikampion natural antes de que los efectivos enemigos lleguen a las murallas principales. El hecho de encontrarse en una posición someramente elevada permite que se estructuren una serie de fosos que imposibilitan el acercamiento de la ciudad y que permite desde la misma ciudad un ataque por medio de fuego de barrera que hace de esta ciudad para las posibilidades de asedio mesoamericano difícil de atacar.




BIBLIOGRAFIA.



ARMILLAS, Pedro, (1942) Oztuma, Gro. Fortaleza de los mexicanos en la frontera de Michoacán, en Revista Mexicana de estudios Antropológicos, VI, 165-175.
CAMBELL, Duncan, (2005): Ancient Siege Warfare, Persians, Greeks, Carthagenians an Romans, 546-146 BC, Osprey Publishing, Elite 121, London.

CERVERA, O. Marco A. (2007) El armamento entre los mexicas, Anejos de GLADIUS, n. 11, CSIC, Madrid.

GRACIA A. Francisco (2003): La guerra en la protohistoria, Ariel, Barcelona

GRACIA A. Francisco (1997): “Poliorcética griega y fortificaciones ibéricas”, en La guerra en la antigüedad. Una aproximación a los ejércitos de Hispania, Madrid, 1997.

GRACIA A. Francisco (2000): “Análisis táctico de las fortificaciones ibéricas”, en GLADIUS, XX, CSIC, Madrid.

PALERM, Ángel, (1956) “Notas sobre las construcciones militares y la guerra en Mesoamérica”, en Anales del INAH, v. VIII-37, 123-134.

QUESADA Sanz, Fernando (2001) “En trono al análisis táctico de las fortificaciones ibéricas”, en GLADIUS, XXI, CSIC, Madrid.

SANES ABAD, Rubén, Poliorcética y Fortificaciones en el mundo greco-romano, Anejos de GLADIUS, n. 8, CSIC, Madrid.



artículo en prensa, UNAM.

1 comentario:

Miguel Angel Ascencio Contreras dijo...

Existen investigaciones o trabajos asociados al estandarte militar en los mexicas?
Estoy realizando una tesis de investigación sobre el estandarte militar en el México Prehispánico en el Postclásico